Actualizado septiembre 24, 2020
La independencia de México, como la de otros países, fue un proceso histórico sumamente complejo que contó con la intervención de muchos actores sociales. Uno de ellos, de los principales, fue Miguel Hidalgo y Costilla. A continuación presentamos datos interesantes y biográficos de Miguel Hidalgo y Costilla para compartir.
¿Quién fue y qué hizo Miguel Hidalgo y Costilla?
Miguel Hidalgo y Costilla fue un sacerdote y revolucionario novohispánico, nacido en la Hacienda de Corralejo, un 8 de mayo de 1753, en aquellos entonces la intendencia de Guanajuato. Fue el segundo de cuatro hermanos y desde muy pequeño, junto a su hermano José Joaquín, pudo estudiar en el antiquísimo colegio de San Nicolás Obispo, en Valladolid, capital de la provincia de Michoacán. Aquí el cura recibió formación en teología y en filosofía, llegando a ser maestro años después y ganándose el apodo de «el zorro», ya que era sumamente astuto en las argucias y juegos intelectuales. Sin embargo, Hidalgo no solo era un hombre que vivía en el mundo de ideas europeas, ya que desde pequeño tuvo trato con los trabajadores de la hacienda, que en la mayoría de los casos eran de los pueblos originarios. Eso le dio oportunidad de aprender sus idiomas, como el otomí, náhuatl y el purépecha. Tal vez también conocer las miserias de una población que era negada y explotada desde tiempos de la conquista.
Es de sobra conocido el papel que tuvo el cura Hidalgo y Costilla en los primeros sucesos independentistas, a tal punto que para muchos estudiosos fue la figura principal de los albores del proceso ¿Pero cómo ocurrió? En verdad, como otras muchas naciones de América Latina, México se basó, o por lo menos algunos sectores, en la famosa «máscara de Fernando». Es decir, como no había rey genuino español ante las Abdicaciones de Bayona producto de las invasiones napoléonicas, algunos individuos pensaron que era atinado crear juntas que tuvieran ciertos rasgos autonomistas. En verdad, aunque muchos no lo pensaron así, fueron núcleos de independencia. La Conjura de Valladolid fue un buen ejemplo, en donde sus protagonistas fueron arrestados, pero no sentenciados a muerte gracias al arzobispo y virrey de Nueva España de aquellos entonces, Francisco Xavier de Lizana.
A lo dicho, en un ambiente trastornado de sucesión de virreyes, también se le puede sumar la famosa conjuración de Querérato en 1809. Miguel Domínguez, su esposa Josefa Ortíz de Domínguez y militares como Abasolo, Aldama y Allende fueron importantes participantes. Este último, se dice, fue el encargado de convencer a Hidalgo a sumarse en el movimiento, ya que el sacerdote tenía llegada en los sectores bajos de la sociedad, pero también en ciertos personajes con influencias. Era visto el sacerdote como un potencial buen dirigente. Pero todo aquí quedó trunco, ya que muchos de los insurgentes fueron apresados y a Hidalgo le llegó oportunamente el aviso para no actuar.
Miguel Hidalgo y Costilla desde 1803 se había hecho cargo de la parroquia de Dolores, Guanajuato. Se preocupó por mejorar las condiciones de sus feligreses, casi todos aborígenes, cultivando viñedos y emprendiendo pequeñas industrias. Justamente en ese lugar fue donde emergió el famoso grito de Dolores unos años después. Para ser exactos en 1810, el 16 de septiembre, Allende habiendo sorteado los sucesos de Querétaro, se juntó con Hidalgo en la casa de Dolores. La historia oficial nos relata que tras despertarlo y tomar una taza de chocolate caliente, ambos decidieron lanzarse a la lucha armada. Es que los españoles podían arruinar sus planes, a pesar que el absolutismo de Fernando VII no sería asegurado hasta 1814. Por lo tanto, el sacerdote, usando la campana de la parroquia, convocó a la misa patronal del pueblo y dio el famoso grito, que muchos hoy recalcan que no fue así. Aquí tenemos al mismo Hidalgo y Costilla como figura principal de lo que se considera el principio formal de la independencia de México.
En escasos meses, ya que el cura no vivió mucho tiempo después, fueron variados los triunfos del grupo de insurgentes comandados por su persona. Entró sin resistencia en Celaya, Salamanca y Acámbaro; en Atotonilco tomó el estandarte de la virgen de Guadalupe y así siguió, acumulando nuevas fuerzas, ya que en un inicio eran solo 6.000 rebeldes a la corona española. La Toma de la Alhóndiga de Granaditas fue una de las victorias más rutilantes del cura Hidalgo, junto a sus brazos armados Allende y Aldama, además del accionar de El Pípila. Este edificio de la ciudad de Guanajuato fue finalmente tomado tras una cruenta batalla y se mataron a todos los enemigos españoles, tanto militares como ciudadanos. Luego la misma ciudad fue saqueada, lo que otorgó fondos al movimiento insurgente.
El siguiente paso fue Valladolid, capital de Michoacán. Cuando los españoles supieron ello, muchos de los ciudadanos acaudalados se retiraron, sobre todo en vista a lo que había sucedido en Guanajuato. Para el 17 de octubre Hidalgo tomó la ciudad, se hizo con dinero dinero para la causa insurgente y en los días sucesivos, como dato llamativo, se sumaron figuras como Ignacio López Rayón y José María Morelos, también cura, ex alumno de Hidalgo y quien estaría destinado a tomar las riendas de la revolución luego. Después siguió Toluca y la batalla del Monte de las Cruces, donde los realistas perdieron, inferiores en número; pero que significó, de todos modos, una importante sangría para los insurrectos. La opción, de lo que para muchos parecía inevitable, era la Ciudad de México. Se dice que Miguel Hidalgo no quería otra masacre, por tal motivo envió una carta al virrey de entonces, Francisco Xavier Venegas. No hubo posibilidad de negociación, pero el cura siguió dudando. La presión de Allende, lo que sería el inicio de su separación, no surtió efecto. Por entonces, el jefe insurreccional perdió en la batalla de Aculco, en medio de esa retirada que significaba quedarse en el bajío y no ir directo a la capital.
En un contexto de sucesos cruentos, conquistas y reconquistas a grandes rasgos en la misma región, aparecieron las victorias realistas de la mano de Félix María Calleja. La derrota de Puente de Calderón, en las cercanías de Guadalajara, el 17 de enero de 1811, significó un enorme revés para el cura Hidalgo y el resto de los insurgentes. Se perdieron vidas, pertrechos y dinero. El resto es historia conocida: acrecentamientos de diferencias entre los jefes (Allende habría deseado envenenar a Hidalgo), invitación en las Norias de Acatita de Baján a los caudillos rebeldes por parte del espía Ignacio Elizondo y captura de cada uno de ellos. Tal vez la de Hidalgo, llegando al lugar, entre Coahuila y Texas, con pocos hombres, fue la más pacífica. Los reos fueron enviados a Chihuahua donde serían enjuiciados. Allende, Aldama y Jiménez fueron pasados por armas, ya que habían cometido alta traición; Abasolo, por otorgar información capital, gozó una conmutación de sentencia que implicó prisión perpetua en Cádiz, España (murió en 1816 de tuberculosis pulmonar) ¿Y el cura Hidalgo? Estamos en el 26 de junio de 1811 y ya se había enterado no solo de la muerte de sus compañeros de armas, sino también de su decapitación. Días después fue degradado de su condición de sacerdote y fue sometido a un juicio de tinte eclesiástico, por el Tribual de la Inquisición; y otro militar, que lo condenó a muerte. Fue fusilado el 30 de julio de 1811, luego de haber sido sometido a cuestionarios profundos tanto en el aspecto espiritual-religioso, como en el político. Se dice que pidió que no le vendaran los ojos ni que le dieran tiros por la espalda, sino en su mano derecha que la puso sobre su corazón. Fueron necesarios dos descargas de fusilería y dos tiros de gracia a quemarropa. Luego también fue decapitado, paradójicamente, por un comandante tarahumara de apellido Salcedo. Su cuerpo fue enterrado en la capilla de San Antonio, en Chihuahua; su cabeza fue enviada a Guanajuato, colocada en cada esquina de la Alhóndiga de Granaditas y luego en su interior, en una jaula de hierro. Permaneció ahí durante diez años, junto a la de Ignacio Allende, Mariano Jiménez y Juan Aldama.
Cronología de Miguel Hidalgo y Costilla
1753- El 8 de mayo nace Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, en la Hacienda de Corralejo. Sus padres fueron Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga.
1762- Queda huérfano de su madre.
1765- Ingresa en el colegio de San Nicolás Obispo.
1767- Tras la expulsión de los jesuitas, continúa sus estudios en el Colegio de San Nicolás de Valladolid.
1773- Obtiene el certificado de estudios de Moral y de Teología Escolástica. Graduado Bachiller en Teología por la Real y Pontificia Universidad de México.
1774- Se desempeña como maestro en el colegio de San Nicolás.
1778- Es ordenado como sacerdote.
1803- Se hace cargo de la parroquia de Dolores, en Guanajuato, luego de desempeñarse como catedrático, rector y abandonar un curato.
1809- Se une a una sociedad secreta en Valladolid cuyo fin era reunir un congreso, para gobernar en la Nueva España en nombre del rey Fernando VII, preso por Napoleón.
1810- 31 de agosto: Ignacio Allende le comunica el avance de los planes del levantamiento contra las autoridades virreinales españolas.
16 de septiembre: Comienza el movimiento armado en el pueblo de Dolores, llevando de estandarte la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y acompañado de Allende, llegó a formar un ejército de 40.000 mexicanos.
22 de septiembre: Se otorgan los grados en el ejército de los insurrectos, donde Hidalgo era el Capitán General y Allende el Teniente General.
27 de septiembre: Se ofrece recompensa por captura de Hidalgo y sus seguidores, además de perdones para aquellos que abandonen la causa. Días antes existieron amenazas de excomuniones.
20 de octubre- En Valladolid se decreta la abolición de la esclavitud un día antes y el mismo 20 abandona la ciudad. También se entrevista con Morelos, quien recibe el papel de Lugarteniente del Sur.
26 de noviembre- Entrada triunfal de Hidalgo a Guadalajara.
1811- 14 de enero: Sale de Guadalajara para enfrentarse a las huestes de Félix María Calleja.
17 de enero: Tiene lugar la famosa batalla de Puente de Calderón, en donde el ejército insurgente es derrotado.
5 de marzo: Es obligado a abandonar la dirección del movimiento y Allende queda al mando.
21 de marzo: Hidalgo, con un escaso acompañamiento, se dirige a San Antonio Béxar, pero son sorprendidos y aprehendidos en Acatita de Baján por el espía realista Ignacio Elizondo.
26 de marzo: Son trasladados a Chihuahua los jefes insurgentes para ser enjuiciados.
7-9 de mayo: Declaraciones del cura Hidalgo, cuestionarios, en donde es sentenciado a muerte.
27 de julio: Se lo despoja a Hidalgo de su investidura eclesiástica y es entregado a las autoridades militares para su ejecución.
30 de julio: Fusilado en Chihuahua, su cabeza es enviada a Guanajuato, siendo exhibida en la Alhóndiga de Granaditas.