Revolución Mexicana: Resumen, Personajes, Causas y Consecuencias (con imágenes)

Actualizado septiembre 19, 2019

La Revolución Mexicana fue uno de los sucesos más importantes de la historia de México y, posiblemente, a nivel ecuménico. Una multitud de personajes, intereses y relatos fascinantes se entrelazan para dar lugar a una historia apasionante, sangrienta y recordada. A continuación presentamos historia de la Revolución Mexicana: resumen, personajes, causas, consecuencias e imágenes. 

Personajes de la Revolución Mexicana

Porfirio Díaz

Fue un militar mexicano que ejerció el cargo de presidente de México un total de siete veces. Se suele denominar Porfiriato a ese periodo en el cual Díaz tuvo un poder omnímodo sobre el país y que comienza en 1884 hasta 1911. Arrancó un nuevo mandato cuando inició la Revolución Mexicana y un movimiento compuesto por diferentes sectores y liderado por Madero lo obligó a renunciar.

Francisco Ignacio Madero

Fue un empresario y político mexicano y suele ser considerado como la principal figura del inicio de la Revolución Mexicana y gran artífice del fin del Porfiriato. Madero fue presidente de México luego de comandar la lid revolucionaria desde 1911 hasta 1913. Si bien optó por ciertas medidas nacionalistas en cuanto a lo económico, su objetivo principal era el saneamiento y apertura del sistema político mexicano. Murió junto a José María Pino Suárez, su vicepresidente, luego del golpe de estado dirigido por Victoriano Huerta.

Victoriano Huerta

Ingeniero y militar mexicano, fue presidente de México luego de liderar un golpe de estado contra el presidente Francisco Ignacio Madero, pese a haberle entregado sus servicios en el inicio. La presidencia fue solo de un año, pero estuvo signada por una fuerte realidad de opresión, de nulidad política y de levantamientos revolucionarios, con mayor epicentro en la zona norte. El gobierno federal fue destituido por el Ejército Constitucionalista, liderado por Venustiano Carranza en 13 de agosto de 1914.

Venustiano Carranza

Fue un empresario y político mexicano, que si se quiere participó en la segunda parte de la Revolución Mexicana en tanto líder del Ejército Constitucionalista. Es decir, tras el asesinato de Madero, fue una figura clave de la caída del gobierno de Huerta. Luego de las discusiones y luchas variadas entre convencionalistas y constitucionalistas, Venustiano Carranza terminó siendo presidente de México en el período que va desde 1917 a 1920. El Congreso Constituyente y la Carta Magna de 1917 fueron sus intentos de consolidar su posición, lo cual suele ser considerado para muchos en fin de la Revolución Mexicana.

Francisco Villa

Francisco Villa fue uno de los jefes de la Revolución Mexicana, con una actuación decisiva en la derrota del presidente Victoriano Huerta. Era el comandante de la división Norte, caudillo del estado de Chihuahua, el cual por sus riquezas minerales y grandes dimensiones le proporcionaba recursos cuantiosos. Siempre se reconoce a su fuerza como de tinte popular, adjudicándoles acciones como las de quitar tierras a los hacendados para otorgarlas a sus campesinos y soldados. El constitucionalismo lo fue apartando del poder poco a poco.

Emiliano Zapata

Emiliano Zapata fue el gran caudillo del sur, una figura esencial de la Revolución Mexicana, que siempre tuvo presente la justicia social, la democracia, la igualdad, el respeto a las comunidades indígenas, obreras y campesinas tan expoliadas durante el Porfiriato. Si bien siempre caviló sobre su región de manera aislada y fue excluido junto a Villa en el Congreso Constituyente, mucho del constitucionalismo social de la Carta Magna de 1917 se debe a él.

Álvaro Obregón

Fue militar y político mexicano, además de ser presidente de dicho país en el período que transcurre desde 1920 a 1924. De algún modo Obregón no solo tuvo un papel vital en la Revolución Mexicana como figura clave desde el estado de Sonora para luchar contra Huerta, sino también como agente que erradicó los elementos más extremistas del espectro revolucionario, sobre todo cuando nos referimos a Francisco Villa. Obregón, por lo tanto, fue una figura clave del constitucionalismo que luego puso en el poder a Carranza.

Resumen historia de la revolución de México

La Revolución Mexicana fue un fenómeno sumamente complejo de la historia de dicho país, un suceso en el que hay que ser nominalistas, porque no se puede reducir a la mera concepción de revolución burguesa francesa o comunista soviética. No, en rigor de verdad, aquí las ideologías, los intereses y los sectores son variopintos y sumamente complejos.

Sin lugar a dudas un buen inicio son las presidencias de Porfirio Díaz, persona que controló el mundo político de México por más de 30 años, algo sin precedentes en esta nación. México, según acuerdan variados historiadores, creció en el aspecto económico y logro cierta estabilidad política; pero con un costo social y económico enorme para los sectores pobres y la oposición política. Naturalmente, el capital extranjero tenía una importancia vital en las políticas económicas de un país que sufría mucho ante las fluctuaciones del mercado, sean por el motivo que sean. La realidad era más que clara por aquellos entonces: la política era una mascarada que siempre daba pie al mismo protagonista, la gran mayoría de la tierra cultivable era de las grandes familias adineradas, la vida en la hacienda tenía al trabajador como un pobre esclavo (la gran mayoría del trabajo en aquellos entonces era de índole rural) y el capital extranjero, norteamericano y europeo, extraía leoninamente sus beneficios. En las ciudades los movimientos obreros reclamaban por mejoras, aunque casi siempre de manera infructuosa.

En ese contexto severo, iba a suceder lo inexorable: Porfirio Díaz envejecía, como todo ser humano, y se caldeaba la idea de la sucesión, ya que el círculo político había sido por aquellos años eminentemente cerrado (hasta los reyistas eran miembros de la oposición). En ese ambiente social de injusticia social, privilegios, elitismos y un positivismo que abogaba por determinado darwinismo social (se puede recordar a los adláteres de Díaz como «científicos») surgió la figura de Francisco I Madero, quien anhelaba un país con un sufragio auténtico, y no la pantomima de lo que habían sido los últimos años. Los ánimos aumentaron desde el momento que Díaz había anunciado que el pueblo mexicano estaba preparado para seleccionar su gobierno, dando lugar a múltiples partidos y a voluntades, como la de Madero, que abogaban para que en verdad el Porfiriato sea un recuerdo y nada más. Naturalmente, Porfirio Díaz cambió de parecer (o no, que es lo más probable) y resultó electo para el período presidencial 1910-1914. Madero, por su parte, fue detenido por sedición y fue liberado, aunque después del período eleccionario.

El Plan de San Luis fue producto de Madero y sus seguidores, justo después de exiliarse en San Antonio, Estados Unidos. Era octubre de 1910 y la idea maderista central era derrocar al gobierno. «Sufragio efectivo; no reelección», ese era su lema, además de reivindicar derechos laborables y la idea de la repartición de tierras, muy anheladas por los grupos sociales contrarios a Díaz. En su plan de acción la convocatoria estaba fechada para el 20 de noviembre, a partir de las seis de la tarde; aunque, en verdad, algunos grupos se alzaron en armas antes de tiempo. De hecho, Aquiles, Máximo y Carmen Serdán, hermanos, fueron los primeros mártires que pagaron con su vida por la sublevación, en una Revolución Mexicana que daba sus primeros pasos. En esos inicios, la pólvora se fue encendiendo en distintos lugares, levantamientos en múltiples municipios donde se enfrentaron las tropas revolucionadas con las fuerzas federales. Madero regresó al país en 1911 para darle mayor fuerza al movimiento y, naturalmente, liderarlo. De manera lógica, hubo intentos de llegar a componendas con los revolucionarios por parte del gobierno, aunque los primeros no aceptaron. Finalmente, el gobierno de Díaz vio sus últimos jornadas (renunció el 25 de mayo de 1911), León de la Barra asumió una suerte de interinato y Madero llegó al poder con su Partido Constitucional Progresista.

Es importante tener en cuenta que la lucha armada hizo surgir a otros importantes líderes revolucionarios como Emiliano Zapata en el sur del país; Francisco «Pancho» Villa, Álvaro Obregón y Pascual Orozco en el norte. El gobierno de Madero modificó ciertos artículos de la constitución, amplió la libertad electoral, aumentó el universo de electores y limitó la intervención estatal. Se creó, para decirlo de algún modo, una nueva clase gobernante; aunque los obreros y campesinos se vieron relegados. Esto puede hasta parecer una consecuencia lógica de un movimiento o, mejor dicho, un estallido social con un sinnúmero de actores sociales e intereses, que si bien en un momento pueden estar unidos por un objetivo común, con su desaparición (entiéndase a Porfirio Díaz) todo vuelve a disgregarse.

Y de esta manera, cada uno de los líderes pasaron a ser contrarios al gobierno maderista: Zapata con su plan de Ayala con intereses de reforma agraria y dura crítica política a Madero (lo denominó dictador); Y Orozco con el plan de la Empacadora, igualmente desconocedor y enemistado con el gobierno. De hecho, fue Victoriano Huerta, embebido como héroe nacional, quien reprimió los levantamientos de este último. Si parece poco, tampoco hay que dejar de lado los levantiscos Bernado Reyes y Féliz Díaz, sobrino de Porfirio, aunque sus lides fueron de manera sencilla apaciguadas; y la contrariedad de Estados Unidos, quien había visto mermadas su incidencias en el país con algunas medidas nacionalistas de Madero.

Todo culminó con la denominada decena trágica: 10 días de enfrentamientos en un golpe militar que llevó a Madero a su renuncia un 19 de febrero de 1913 y a su asesinato tres días después tras ser torturado. Un sibilino Victoriano Huerta, quien había afirmado su apoyo a Madero para luego desdecirse a favor del capital extranjero y los sectores más reaccionarios, asumió la presidencia. Éste fue un claro promotor de todas las contradicciones que desgarraban a México: anuló la democracia y la libertad por medio de la fuerza marcial, recibiendo el apoyo de los grandes hacendados, del clero, de Estados Unidos y de la mayoría de los gobernantes. Su objetivo era pacificar el país y que tenga un reconocimiento internacional. Orozco, en alguna medida aceptó ciertos arreglos con el gobierno; en cambio, Zapata, siguió con la lucha porque rechazó todo intento de arreglo o resarcimiento.

Por otra parte, ante semejante contexto de opresión para muchos, una coalición de fuerzas del norte revolucionarias llevó a la construcción del Ejército Constitucionalista, que estaba al mando de Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila. Con el denominado Plan de Guadalupe, no solo se negaba el orden constitucional vigente de Huerta, considerado un usurpador, sino que se le daba las facultades extraordinarias a Carranza para ocupar interinamente el gobierno nacional y así poder llamar a elecciones.  Este movimiento contaba con una índole legalista, por lo cual se podían observar militares, políticos y burócratas del Estado. Había líderes castrenses que se habían opuesto antiguamente al Porfiriato como Jacinto Treviño o Francisco Coss; en el estado de Sonora Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles brindaron su apoyo y en Chihuahua, tras el seguimiento huertista de Orozco, el bregar, de tinte popular, cayó en manos de Francisco Villa, miembro de clases bajas, al igual que sus lugartenientes y distintos mandos. Durango y Zacatecas tuvieron otros importantes movimientos populares; pero en verdad, este enorme ejército revolucionario provino de Coahuila, Chihuahua y Sonora. Respecto al centro y al sur del país, las insurrecciones fueron más débiles y de poco desarrollo.

Con el avance revolucionario (con formidables actuaciones de Obregón en Occidente y Pancho Villa por el centro), la ruptura de relaciones internacionales con Estados Unidos (por un suceso de intervención) y la toma de Zacatecas (sitio estratégico por las vías de ferrocarril para ambos bandos), el 14 de julio de 1914 Huerta huyó del país. Terminó sus días en Estados Unidos, en prisión, en 1916. El por entonces ministro de relaciones exteriores huertista, Francisco Carvajal, quedó al frente del gobierno con el único objetivo de otorgar el poder a los revolucionarios y negociar la rendición de las fuerzas federales. Para aquellos entonces el hecho de no permitirle entrar a la capital ni hacerlo parte de los tratados que finalizaron con el gobierno de Huerta por parte de Carranza, inició un malestar en Francisco Villa.

Sin embargo, era hora de conformar un programa revolucionario. La convención se efectuó en Aguascalientes (se la trasladó de la Ciudad de México, para incorporar componentes villistas y zapatistas, además de elementos militares). Los desacuerdos fueron el común denominador, ya que Carranza consideraba a Villa y a Zapata amenazas; por su parte los zapatistas querían que Carranza dejara de lado su cargo como primer jefe de la revolución. De hecho, a los escasos días la convención declaró a Eulalio Gutiérrez presidente, totalmente desconocido por Carranza y limitado por la presencia de Villa y Zapata. Finalmente, estos últimos cerraron filas contra Carranza y éste presidió de facto al país desde Veracruz. El resultado era claro: no había acuerdo y de los tres bandos (villistas, zapatistas y carrancistas) el último fue adquiriendo más poder, sobre todo  a través de las constantes victorias de Obregón sobre Villa, quien se fue debilitando como líder. Asimismo, hay que aclarar que su alianza con Zapata nunca fue efectiva, ya que este último separó su región y la amoldó a una estrategia de manera eminente defensiva. Estamos hablando de una guerra de guerrillas que duró desde octubre de 1914 hasta noviembre de 1916 y que, posiblemente, se cobró más de un millón de almas. Para 1916 Venustiano Carranza ya había recuperado de manera íntegra el poder de la capital. El constitucionalismo, de algún modo, había vencido al convencionalismo.

Venustiano Carranza gobernó México desde 1917 hasta 1920. Sin hacer mención aquí a las consecuencias, que serán explayadas en otro apartado, decir que esto significó el fin total de la Revolución Mexicana tal vez sería un error. En verdad, aunque hubo una tentativa de pacificación tratando de aunar las causas revolucionaras con la nueva Carta Magna de 1917, continuaron levantamientos villistas en el norte, zapatistas en el sur y hasta movimientos contrarrevolucionarios de Féliz Díaz hasta por lo menos 1920. Sin dejar de lado, naturalmente, los asesinatos al mismo Zapata, Carranza y Villa, luego.

Causas de de la Revolución Mexicana

México en pleno Porfiriato, cuya fisonomía fue la generadora de lo que posteriormente se conoció como Revolución Mexicana, tenía ciertos rasgos que pueden entenderse como causas de semejante evento histórico. En primer lugar, como se anunció más arriba, Porfirio Díaz fue el máximo líder, omnipotente, durante más de 30 años, lo cual conllevaba, naturalmente, una realidad de ahogo político absoluto, porque el juego solo se desarrollaba entre sus amistades y compañeros más cercanos. En segundo lugar, México se había visto desde hace muchos años en una realidad donde las tierras comunales se hicieron parcelables y en los que los propietarios, no acostumbrados a la propiedad privada porque eran originarios, se vieron estafados por funcionarios y particulares. El resultado fue que innúmeros indígenas se vieron sin tierras y tuvieron que trabajar en las haciendas, bajo terribles yugos de esclavitud. En México, para llevar a números semejante contexto de expropiación, el 1 por ciento de las familias más adineradas controlaba el 85 por ciento de las tierras cultivables para 1910. Por otro lado, la presencia leonina del capital extranjero llevó al país a cierta transformación industrial (textil y minera, junto al desarrollo de las vías del ferrocarril, requisito vital) y explotación de materias primas, aunque como toda economía exógena y endeble las sucesivas crisis internacionales generaron desempleo y miseria en el país, por medio de la disminución de exportaciones, encarecimiento de importaciones y anulación de créditos a industriales. En la vida urbana, los movimientos obreros que luchaban por sus derechos eran duramente atormentados por la fuerza militar y, finalmente, existía desde hace un tiempo una crisis en el positivismo que inundaba al gobierno, por lo que mayores sectores mestizos reclamaron otra clase de participación en la toma de decisiones.

Consecuencias de la Revolución Mexicana

La principal consecuencia de la Revolución Mexicana fue la creación de una nueva Carta Magna en 1917. De hecho, este suceso suele entenderse como el corolario o fin de aquella. Y esto es sumamente importante, porque de algún modo se sentaron las bases para un estado moderno: derecho agrario, derecho laboral, salud y educación garantizados por el Estado, libertad de prensa y derechos políticos eran algunas de las consignas consagradas por el documento.

Otra gran consecuencia fueron los millones de personas que murieron en estos sucesos. Las cifras, basadas en distintos datos de censos, oscilan entre un millón a tres millones de personas, aunque, naturalmente, no hay rigurosidad al respecto.

Por otro lado, hay que decir que hubo grandes cambios políticos, ya que antiguos porfiristas perdieron su supremacía política, aunque no en el aspecto económico y la clase media ingresó a la administración pública; el porcentaje de figuras castrenses en el ámbito político aumentó; y hubo una suerte de pequeño éxodo rural hacia las ciudades para obtener un mejor desarrollo de vida y hacer a un lado el desorden rural. Finalmente, la revolución permitió a nuevas clases acceder a la tierra (los flamantes ejidatarios) lo cual, de todos modos, no implicó una gran mejora en la vida de los campesinos.

Imágenes de la Revolución Mexicana

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