Actualizado julio 4, 2019
La cultura Teotihuacana forma parte de un fascinante reservorio que nos han dejado las civilizaciones mesoamericanas previas a la conquista de América. A continuación te presentamos la historia, información general e imágenes de la cultura Teotihuacana.
La Cultura teotihuacana y su ubicación geográfica
Mesoamérica ha sido históricamente cuna de enormes civilizaciones precolombinas, y Teotihuacán, a pesar de no contar con la fama de culturas como la azteca o la maya, es un buen ejemplo. Su nombre quiere decir, literalmente, ciudad de los Dioses o, más grandilocuente y enigmático, ciudad donde se hicieron los Dioses, sin embargo, hay que decir que este nombre es náhuatl, es decir, fueron los mismos mexicas, que llegaron posteriormente, quienes endilgaron semejante denominación que se utiliza, ya que nunca se supo exactamente cómo estas personas se denominaron a sí mismas en tanto colectivo ni a su urbe. Existe otra lectura, más reciente, que indica que el nombre de la ciudad solo se refiere al sitio como Ciudad del Sol.
Teotihuacán es una cultura que en su época de esplendor se extendió en regiones tan distantes como la actual Guatemala y el sur de Estados Unidos. El centro neurálgico fue dicha ciudad, en el valle de México y que en la actualidad son los Estados de Puebla y Tlaxcala. Es decir, a 45 kilómetros de la Cuidad de México D.F. y bordeada por los cerros volcánicos de Chiconautla y Gordo.
Sin embargo, el proceso fue lento. Algunos historiadores concuerdan, más allá de que hay mucho debate al respecto, que todo inició en un pasado distante: los primeros pobladores habrían llegado a la zona entre el 800 y el 500 A.C. Sin embargo, muchos años después, en el 300 A.C se fueron construyendo los primigenios asentamientos con gran hincapié en la agricultura; una población que fue aumentado y, como contrapartida, se fragmentó en varias aldeas. A partir 100 AC el desarrollo se aceleró, llegando a una suerte de cima esta civilización entre los siglos III y V D.C., con una población que alcanzaba los 200.000 habitantes (concentración de personas provenientes de todo el valle de Anáhuac) y una superficie de 21 kilómetros cuadrados, lo que hace pensar en este lugar como un ciclópeo centro cultural y comercial.
Características de la cultura teotihuacana
Si existe un rasgo bastante usual en las grandes civilizaciones, esas que desarrollan, valga el enorme anacronismo, una estructura estatal, es que son sumamente jerarquizadas. La cultura teotihuacana era liderada por jefes militares y religiosos. Es decir, si bien podía ser toda una casta la abocada a cuestiones esotéricas, lo cierto es que el cacique tenía en su bagaje conocimientos marciales y sacerdotales, ya que lo numinoso se entremezclaba en cualquier actividad de estas civilizaciones. Era lo que suele denominarse una teocracia.
Por lo tanto, en la cúspide se encuentra una nobleza militar con sesgos religiosos, luego seguía un gran grupo de funcionarios y sacerdotes con un origen aristocrático encargado no solo de las cuestiones inmateriales de los credos, sino también de las bien materiales de toda administración. Por último, a nivel abisal de la sociedad, si se quiere, había agricultores, artesanos y comerciantes, quienes vivían en barrios específicos y según las actividades que realizaban.
Economía de la cultura teotihuacana
Su economía era de manera sustantiva agrícola, aunque como método para evitar la escasez (y no sólo en la época de explosión demográfica máxima) se añadía la práctica de caza, la recolección de frutos y la cría de animales. Hay que decir que la agricultura ha sido una enorme solución con la domesticación de ciertos animales para todas estas civilizaciones (además de hacer proclive la sedentarización de los grupos humanos), porque de manera recurrente se habían visto en situaciones de carestía. Y esta realidad se remonta hasta los primeros pobladores del Anáhuac, 20.000 años en el pasado, haciendo una génesis mucho más extensas que la que propusimos más arriba (lo cual no invalida lo anunciado).
Utilizaban métodos de riego para sus cultivos y propugnaban intercambios de maíz, frijol, pimientos, cereales, tomates y amaranto con las culturas aledañas. Asimismo, recolectaban y extraían minerales como el estaño, arcilla, basalto y obsidiana que utilizaban en la construcción de piezas artesanales que no solo podían tener fines para la civilización propia, sino como método de intercambio con otras cercanas.
Ciudad de Teotihuacán
La ciudad de Teotihuacán presenta rasgos de urbanismo sumamente llamativos, ya que está estructurada en torno a dos ejes axiales: la calzada de los muertos es el eje norte-sur; además de otra avenida que inicia en La Ciudadela y es considerada el eje este-oeste. El río San Juan fue desviado de su cauce natural y los ejes principales se cruzaban perpendicularmente , para que en torno a ellos se trazara una retícula que sirvió de base para la construcción de los edificios. La forma definitiva de la ciudad, antes del comienzo de la decadencia, fue un largo proceso que posiblemente inició en el siglo I D.C. y culminó en el siglo III D.C. Para esos entonces ya se habían construido la cuarta etapa de la pirámide de la Luna, La Ciudadela y la pirámide del Sol.
La calzada de los Muertos era una amplía vía que cruzaba la ciudad. Su nombre también fue endilgado por los aztecas, quienes pensaron que los montículos situados a la vera eran en realidad tumbas. Con unos 40 metros de ancho y una longitud superior a los 4 kilómetros, a lo largo de este camino se encontraban las construcciones más importantes de Teotihuacán como las grandes pirámides del Sol y de la Luna; el conjunto de Quetzalpapálotl, con su palacio, el patio de los jaguares y la subestructura de los caracoles emplumados; la Ciudadela (su nombre deriva del hecho de que los españoles pensaron que era una fortaleza militar), con el templo de Quetzalcóatl; y el Complejo de las Calle de los Muertos.
De alguna manera podemos decir que Teotihuacán, teniendo en cuenta la desviación de ríos y la gran calzada, estaba dividida en cuatro cuadrantes, todo adaptado a las elevaciones y paisaje que lo rodea. En ese sitio se trazaron calles, se levantaron palacios y templos, dedicados tanto a actividades político-administrativas como cívico-religiosas de la civilización, así como también complejos residenciales que estuvieron habitados por las altas jerarquías sociales, que eran más que nada una nobleza de carácter sacerdotal. Asimismo, otro rasgo peculiar, que se observa con nitidez en el complejo de la calle de los muertos es que las ciudad se reedificaba sobre sí misma una y otra vez.
Religión teotihuacana
Su religión, similar al caso de otras culturas precolombinas, era de manera clara politeísta; es decir, se le rendía culto a diversos dioses. Muchas de estas deidades representaban elementos, fuerzas de la naturaleza, principios cognitivos y hasta animales. Por ejemplo, la serpiente emplumada, Quetzalcóatl, ha llegado a ser considerado como el numen central del panteón pre-hispánico; Huehuetéotl, que representaba al fuego; Tláloc, divinidad de la lluvia y la siembra; Tezcatlipoca, una deidad sumamente importante, antagónica en muchos casos a la serpiente emplumada Quetzalcóatl y representante del cielo, de la tierra, la vida, el poder y dueño de las batallas.
Naturalmente, ese conglomerado complejo, tan importante para los mismos teotihuacanos, que era la religión no hacía a un lado los sacrificios, tanto humanos como animales; elevaba a algunos de estos últimos al estatus de lo sagrado, como por ejemplo la serpiente; y hasta las familias contaban con una deidad propia (desconocemos si era privativo de la clase elevada o estaba extendido a toda la población).
El misterio teotihuacano
El misterio no solo se liga a la decadencia y desaparición, algo que en definitiva han sufrido múltiples culturas y civilizaciones, sino por lo poco que se sabe de los teotihuacanos. Ya lo anunciamos arriba: incluso su nombre es un aporte azteca, como también, naturalmente, cualquier lectura de su significado o su etimología. Lo mismo corre para sus ruinas, ya que los mexica ocuparon estos sitios después de que la ciudad estuviera abandonada. Incluso para cierta cosmovisión, los pobladores originarios habrían sido quinametzin, una raza de gigantes previos a cualquier existencia humana.
Y si bien mucho se ha aprendido gracias a las excavaciones arqueológicas, se desconoce su nombre y el idioma, por ejemplo, que utilizaban los pobladores originales.
Arquitectura teotihuacana
La arquitectura teotihuacana fue abundante en monumentos, a juzgar por las enormes pirámides halladas (la del Sol es la tercera más grande del mundo), los templos y edificaciones para ceremoniales. Hay que comprender que la diagramación de la ciudad y su construcción tenían un sentido eminentemente religioso y cosmogónico.
Con una aparente influencia Olmeca, es notorio destacar las calles, grandes plazas, desagües, una enorme calzada como la de los Muertos y hasta la desviación de ríos.
El fin de la cultura teotihuacana
El fin de la cultura teotihuacana principia con su decadencia y posterior desaparición. Es que parecería extraño como una cultura tan rica, expansiva, tanto en el sentido cultural, como comercial y material, en algún momento haya decaído. Sin embargo, al respecto, las explicaciones son variadas: para el 650 D.C. la ciudad demostraba una clara disminución demográfica; la construcción se paralizó (solo se realizó una plataforma adosada a la pirámide de la serpiente emplumada) y, como dato curioso, las grandes edificaciones fueron objeto de destrucción sistemática, una suerte de levantamiento que asegurara que el poder teotihuacano no pudiera renacer nunca más. En los años posteriores la disminución demográfica se profundizó, producto de un éxodo masivo. Años 750 a 850 D.C. exhibieron una antigua urbe mesoamericana derruida y con solo algunas partes ocupadas.
¿Por qué este ocaso? Algunos hablan de una inestabilidad política, lo cual es bastante verosímil si se basa en esa concienzuda destrucción de la misma ciudad, de aquello que representaba el poder real-religioso por parte de algunos de sus pobladores; también se menciona grandes sequías en la zona que forzaron movimientos de personas masivos del norte hacia el sur (aunque otros estudiosos afirman como poco probable, ya que en esa época había aumentado la humedad alrededor de la ciudad); y el florecimiento de otras aglomeraciones humanas que dejaron afuera de las grandes rutas comerciales a Teotihuacán. Naturalmente, muchos de estos factores no se tienen que ver como excluyentes, porque las migraciones pudieron ser tanto por motivos de escasez de recursos como por realidades de opresión, algo bastante lógico en lo que fue considerado por algunos una suerte de imperio romano en mesoamérica.
Lo cierto es que para el S XIII D.C. la ciudad estaba completamente deshabitada, algo muy sorprendente para los aztecas que arribaron, ya que la convirtieron en un centro de culto y peregrinaje, un sitio de magníficas revelaciones.
Imágenes de la cultura teotihuacana
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