10 Cuentos de Jesús para niños (con imágenes)

Actualizado octubre 7, 2019

Jesús cuando había surcado este mundo nos dejó un sinnúmero de historias sorprendentes, de prodigios dignos de admiración, muchos de los cuales pueden interesar a los pequeños. A continuación se presentan las 10 mejores historias de Jesús para niños con imágenes. 

Los mejores cuentos de Jesús para niños

El nacimiento de Jesús

Hace mucho pero mucho tiempo, en la ciudad de Nazaret, vivía una joven llamada María. Ella hacía sus tareas, era amable con los demás y sumamente fiel con su gran Dios. Estaba comprometida para casarse con José, quien era carpintero.

Un día, mientras María estaba en casa limpiando su habitación, apareció de repente un ángel. Antes que maría pudiera decir algunas palabras, el Ángel le explicó que ella había sido favorecida por Dios y que Dios estaba con ella. La mujer se sorprendió, mientras estaba tratando de no tener miedo ya que nunca antes había observado semejante criatura divina. María, que se pensaba como una chica normal, se preguntaba internamente qué quería el ángel, cuál sería el verdadero motivo de su visita.

«No tengas miedo: Dios ha hallado gracia contigo, tendrás un niño y le pondrás el nombre de Jesús», afirmó el ángel, tratando de tranquilizar a María. Pero la mujer estaba confundida, porque ella aún estaba casada con José, entonces ¿cómo podría tener un bebé? El ángel se dio cuenta que eso podía interesarle así que le aclaró que el Espíritu Santo realizaría un milagro y, por tal motivo, el recién nacido sería llamado Hijo de Dios. Además, para sorpresa de María, el enviado celestial tuvo otra noticia también emocionante: «Incluso tu prima Isabel va a tener un hijo en su vejez; muchos pensaron que era imposible pero no existe eso para Dios».

María no lo podía creer, estaba temblando por todo lo que había ocurrido; aunque en un momento recuperó su compostura y un rayo esperanzados inundó su ser. «Yo soy la sierva del Señor y espero que todo lo que has dicho se haga realidad». Entonces el ángel se esfumó y María quedó sola. Poco después José se enteró de que María iba a tener un bebé. En un principio se sintió confundido y trastornado por esto, pero un ángel se le apareció en un sueño. «José no tengas miedo de tomar a María como tu esposa. El niño que María va a tener es el hijo de Dios y usted debe darle el nombre de Jesús». Cuando José despertó recordó todos los sucesos oníricos y pensó para sus adentros que todo estaría más que bien.

En tales jornadas, el gobierno decidió que se lo debían contar a todos los que vivían en esa área del mundo. Así que José tuvo que llevar a María a su pueblo de Belén para registrarse. Tardaron mucho en llegar, debido a que los medios de transporte eran lentos y la mujer estaba encinta, lo cual hacía todo mucho más agotador. Finalmente en la ciudad, no había sitio en donde se pudieran quedar, pues estaban la mayoría ocupados. Finalmente, alguien les dio un pequeño sitio para hospedarse de manera momentánea.

Si bien no hay total certeza, la mayoría de la gente piensa que se quedaron en un reducido granero donde se guardaban animales. Sí, Jesús, Rey de los Judíos, no nacía en un lugar lujoso ni en un palacio lleno de oro. Era de noche, hacía calor y una paja espesa para poder recostarse. José y María estaban llenos de agradecimiento en sus corazones. En el momento esperado, sucedió el acontecimiento más importante de todos: tuvieron un bebé y ese pequeño era nada más ni nada menos que Jesús. El creador de todo el mundo, el rey de reyes y el salvador de este mundo.

El niño se durmió en los brazos de María, siendo recostado en un pesebre con una paja bien limpia. José y María se acostaron contentos: ese bebé uniría al mundo entero como una familia.

El niño Jesús

Cuando Jesús nació había pastores cercanos cuidando a sus ovejas. La Biblia dice que era de noche. Quizás estaban dormidos cuando apareció un ángel ante ellos. Les dijo que no tuvieran miedo; que solo traía buenas noticias. El pueblo de Israel sabía que enviarían un salvador del mundo y ellos lo estaban esperando con muchas ansias. El ángel anunció a sus pastores que finalmente había llegado el momento de ver a su salvador. De repente hubo mucho más ángeles que vinieron a contarles a los pastores sobre la llegada del nuevo bebé divino. Les dijeron que podían hallar al niño Jesús en un pesebre. Los pastores fueron al pueblo de Belén para encontrarse con la criatura recién nacida. Como los enviados divinos lo anunciaron, encontraron al pequeño con sus padres. Ellos adoraban al Salvador del Mundo que estaba recostado sobre el pesebre.

Jesús calma la tormenta

Jesús y los discípulos estaban cruzando el mar de Galilea en un bote, justo cuando apareció una tormenta violenta. El barco estaba lleno de agua y los seguidores de Jesús tenían miedo de hundirse. Encontraron, sin embargo, que aquel estaba durmiendo, tranquilamente, en la parte trasera de la embarcación. Lo despertaron, aunque internamente llegaron a la conclusión de que a Jesús le importaba poco si vivían o morían.

Cuando Jesús se despertó, se puso de pie y le ordenó al mar que se calmara. Los discípulos ahora estaban asustados por una razón diferente: realmente no sabían aún cabalmente quién era este hombre con semejantes poderes. Esta historia es relativamente reciente en las andanzas de Jesús, por lo que muchos de sus seguidores eran nuevos. No entendían aún, por aquellos entonces, que Jesús era era el Hijo de Dios y que podía controlar a todo el mundo si Él lo elegía así.

Jesús y la mujer en el pozo

Jesús envió a sus discípulos a buscar comida mientras viajaba por un área llamada Samaria. A muchos judíos no les gustaba viajar por ahí porque no les agradaba la gente de Samaria. Pero Jesús repetía que tenía que pasar por allí ¿El motivo? Había una mujer que necesitaba saber sobre Dios, escuchar la palabra divina de manera directa, por eso se tenía que encontrar con ella.

Se detuvo en un pozo donde una mujer estaba recibiendo agua. Jesús le ofreció agua eterna; ella no entendía qué era eso. Jesús explicó que las personas que bebieran agua del pozo tendrían que regresar y volver a beber. Pero Jesús, en este caso, estaba ofreciendo salvación, vida eterna. Comparó la salvación con el agua, porque Jesús afirmó que si ella aceptaba la salvación que él le estaba ofreciendo, entonces nunca más tendría que ser salvada. Denominó a esta agua eterna.

Jesús camina sobre el agua

Jesús envió a sus discípulos a través del mar de Galilea una noche mientras iba a las montañas a orar. Los discípulos obedecieron y fueron a su bote. Pero durante la noche se hizo presente una gran tormenta; los seguidores de Jesús trabajaron duro para llevar a la embarcación al otro lado.

Temprano, en la mañana, observaron a un hombre caminado sobre el agua. Ellos estaban asustados; no sabían que Jesús venía. Jesús llamó a sus discípulos al bote y les dijo que no temieran. Les anunció quién era y cuando se aproximó, de manera milagrosa, la tormenta comenzó a calmarse.

Pedro le preguntó a Jesús si también podía caminar sobre el agua. Jesús le dijo que saliera del bote y caminara hacia Él. Pedro quedó muy sorprendido porque efectivamente podía caminar en el agua. Pero su vista se dirigió a las olas y a la tormenta: cuando apartó los ojos de Jesús, comenzó a hundirse. Jesús extendió la mano y atrapó a Pedro. Ambos, finalmente, entraron a la pequeña embarcación.

Después de entrar en el bote, la Biblia afirma que los discípulos comenzaron a adorar a Jesús. Comenzaron a darse cuenta, con total certeza, que Jesús era hijo de Dios.

Jesús sana a un hombre ciego

Los discípulos de Jesús aún se sorprendían cada vez que hacía un milagro, que mostraba una capacidad para realizar lo extraordinario. Justo después de llevar adelante otras clases de prodigios, le llevaron un hombre ciego. Estaban en la ciudad de Betsaida.

La gente le pidió a Jesús que tocara al hombre para que él pudiera ver nuevamente. Sabían que Jesús tenía poder para sanar a otras personas. El Hijo de Dios tomó al ciego y lo sacó de la ciudad. Sanó al hombre escupiendo en sus ojos y tocándolos. Jesús le pregunto al hombre si podía ver algo y éste le anunció que vislumbraba a otras personas caminando como árboles. Entonces Jesús puso sus manos sobre los ojos del hombre nuevamente. Después de semejante acción, la persona pudo ver de manera correcta. El milagro había sido hecho.

Jesús pudo hacer en poco tiempo muchos y maravillosos milagros. Cada uno de estos prodigios dan cuenta de que Jesús es el Hijo de Dios y que Él tiene el control sobre el mundo entero.

Sanando al siervo del Centurión

Un centurión tenía a un criado enfermo de parálisis, un tipo sumamente difícil de sanar. Cuando alguien la sufría, generalmente moría en uno o dos días. Este centurión escuchó que Jesús, en sus andanzas, estaba cerca y buscó al Señor para sanar a su siervo.

Jesús aceptó ir a la casa del hombre para sanar al sirviente. El centurión, un hombre de aparente gran humildad y fe, afirmó de que no era digno de que el Hijo de Dios viniera a su casa. Pero este hombre también entendió la autoridad. Entendió que el poder de Jesús era tal que podía ordenar que la curación se realizara desde una gran distancia y la persona vería solucionados todos sus problemas de salud.

El hombre partió con confianza sabiendo que su hombre había sanado. La Biblia relata que la curación sucedió tan pronto como la persona puso su fe en el poder del Señor.

Alimentando a los 5000

Jesús había estado enseñando a la gente todo el día y ya se había hecho tarde. Estaban en un lugar remoto y no tenían comida. La gente tenía hambre y Jesús estaba preocupado por ellos.

Pero el Hijo de Dios vio también la oportunidad de enseñar a sus discípulos. Le preguntó a uno de ellos dónde debería comprar pan; no había mercados alrededor y no tenían dinero suficiente para alimentar a todos, incluso hubiera algún sitio para hacerse con el alimento codiciado. Pero Jesús no estaba preguntando preocupado por el resultado, sino, con su enorme sabiduría, para que los seguidores tomaran conciencia de la gravedad de la situación y el prodigio que estaba a punto de ocurrir. Se trajo a un niño que había almorzado poco: cinco panes de cebada y dos peces pequeños era todo lo que había.

Jesús tomó esa suerte de simple ofrenda y oró por ella. Los partió en pedazos más pequeños y los repartieron entre los discípulos que a su vez dieron los pedazos a la gente. La sorpresa fue que la comida que se repartió nunca se agotaba, por más que se la dividiera entre toda esa masa de personas. Incluso recogieron la comida cuando todos se habían saciado y había mucho más pan que en el inicio.

Este pasaje nos indica que había 5000 personas. También se sabe que había un niño, aunque también cientos de mujeres y otros pequeños. Esta fue una de las tantas alimentaciones que Jesús hizo a las multitudes.

Curación de 10 leprosos

Cuando Jesús se dirigía a Jerusalén fue recibido por 10 leprosos. Como marginados y hombres enfermos, sabían que no debían acercarse al público en general. Llamaron, por lo tanto, al Hijo del Señor desde lo lejos y suplicaron por misericordia. Jesús, con brevedad, simplemente les anunció que fueran en presencia del sacerdote para que sean proclamados limpios.

Mientras viajaban para encontrarse con el sacerdote, sus cuerpos fueron sanados. Jesús no necesitaba tocarlos, no necesitaba una muestra de fe y simplemente a través de su poderosa y benevolente voluntad pudo sanarlos.

Una vez que se dieron cuenta de su limpieza, uno de los leprosos regresó a Jesús y se inclinó a adorarlo. Este hombre quería agradecerle al Señor por el poder milagroso que había demostrado: la persona era un samaritano.

Jesús le preguntó dónde estaban los otros nueve, ya que no habían vuelto a dar las gracias. El Señor le dijo a esa persona que su fe lo había sanado. De semejante afirmación se puede decir que no solo había hallado una curación física, sino también espiritual.

Levantamiento de Lázaro

María, Marta y Lázaro eran hermanos que vivían en Betania. Eran amigos de Jesús, quien sabía que Lázaro estaba enfermo y podía morir en cualquier momento. Pero también sabía que la muerte de Lázaro serían para la glorificación de Jesús y su poder. El Señor demoró en ir a su ayuda por dos días.

Cuando llegó el momento, Jesús y sus discípulos fueron a Betania. Fueron recibidos en el camino por Marta, quien había sido la acusadora del Señor. Ella sabía que Jesús tenía el poder de curar a su hermano, pero Él había demorado dos días su llegada.

Jesús le dijo que no debía preocuparse, porque tenía el poder de levantar a Lázaro de la tumba. Para su crédito, Marta creía en la resurrección de los muertos porque Jesús hablaba de ello a menudo. Por lo tanto, contaba con una plena confianza de que volvería a ver a su hermano en el futuro. Lo que ella no se dio cuenta es que Jesús tenía el poder de resucitar a su hermano antes de la resurrección venidera.

María también se encontró con el Hijo de Dios y también ella vino a acusarlo: luego de su demora, su hermano finalmente había muerto. Jesús lloró cuando vio el dolor de María y de los judíos; otros, incrédulos, comenzaron a cuestionar su soberanía y poder. Sabían que era capaz de muchas cosas, pero no a tal punto de poder conceder la vida misma.

Las órdenes de Jesús fue clara: se debía abrir la tumba de Lázaro luego de cuatro días muerto. María tenía sus dudas, ya que no confiaba en el estado en que se encontraría ya su hermano: no era una acción muy recomendable para ella. Sin embargo, abrieron la tumba y Jesús oró a Dios el Padre. Proclamó su confianza y creencia en el poder de Dios, entonces llamó a Lázaro para que viniera de la tumba. El hombre emergió de la misma, incluso con las vestimentas que había sido enterrado. Muchos creyeron en el Señor, pero lamentablemente no todos.

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